Octavio era un valedor,
con bendiciones alrededor,
sonrisas y alegrías tenía.
A La Huesuda no le temía.Carla, chica de tierra lejana,
tierra hermana,
dónde bellas culturas se emanan…
Tampoco le temía a La Muerte.
A Octavio le haría ver su suerte.Chico amable y afanoso.
chica ligera y hacendosa.
La Ingrata con sus luceros,
les preparaba florida fosa.En tierras gringas se encontrarían.
Ambos pa´ las pizcas iban.
No más fréjoles ni frijoles probarían,
puras chis burgers y quentúchi deglutían.
Pero nada impediría,
que en lov falierían.“!Ya basta de cursilerías…!
Que me vuelvo azúcar…
¡Ahora sí, me los voy a cargar!”
La Dama Fría, harta decía.Carla y Octavio pasaron un rato,
brincándo un enorme charco,
y ni un dedo del pie mojado…
Pero La Catrina,
de muerte los enfermaría…Ahora brincan en el camposanto,
dónde se está curado de espanto.
Nada de Lepanto.
La gozan canto tras canto.¡Octavio con Carla!
¿Quién iba a creer?
¿Quién iba a pensar?
Que la calaca se los iba a agasajar…
Calavera, a la limeña y el hidrocálido
Calavera enviada por Hazael el 22 de octubre de 2013.